Cualquier crítica es siempre bienvenida

jueves, 22 de marzo de 2012

Locuras.

Días aburridos en los que no tienes ni idea de lo que hacer para divertirte un rato, pero no hace falta, llegan ellos, que hacen que te diviertas con la mínima tontería.Llegan ellos animandote desesperadamente a dar un paseo todos juntos, al principio no quieres, pero, ¿por qué no? al fin y al cabo siempre te acabas riendo a carcajadas y pasándotelo genial.
Sales, porque quieres despejarte un poco de todos los pensamientos que encadenan tu mente día tras día. Que si exámenes, que si él te ignora, que si tu amiga ... ahora que estás con ellos no es momento de pensar, si no de divertirse. Y empiezan las tonterías que más tarde se convertirán en locuras.
Una tras otra, sin dejar espacio a pensar las consecuencias, y sin dejar tiempo a decir que no antes de que uno de tus amigos te agarre del brazo arrastrándote a hacer una de esas cosas que por miedo no quieres hacer, pero que después de hacerla quieres repetirla una y otra vez.
Toda la tarde al borde del abismo, pero, pese a que es peligroso lo que estás haciendo y lo sabes, te dá completamente igual, puesto que no te lo puedes estar pasando mejor.
Tontería tras tontería, locura tras locura, risa tras risa ... así discurre la tarde. Pero como todo lo bueno, la tarde se acaba, y te toca volver a tu casa porque mañana te espera otra tanda de agobiantes pensamientos, que, por desgracia o por suerte, sólo ellos pueden apartarlos de tu cabeza.
Llegas a tu casa y mientras cenas piensas en todas las bobadas que habéis echo hoy. Un escalofrío hace que no puedas aguantar más y la risa estalla ante la penetrante mirada de tus padres.
Pero intentas disimular lo que ha pasado, puesto que si le cuentas a tus padres lo que has hecho, te espera un largo castigo.
Te vas a la cama, pero sin dejar de recordar toda esa tarde. Sin duda, ha sido otra tarde especial, pero, ¿qué estás diciendo? todas las tardes compartidas con ellos son especiales.
Al final, te duermes, intentando apartar las locuras de tu cabeza, para que la risa no interrumpa tu sueño.
Al día siguiente te levantas, y por fin un maldito día de tu vida en el que él no es la primera imagen que aparece en tu cabeza, si no que aparecen todas las tonterías de ayer una tras otra como una película.
Llegas al instituto, y allí los ves, mirándote y sonriendo. No hay duda, ellos también están recordando lo de ayer. ¿Cómo no lo iban a recordar si fue genial?
Te acercas a ellos para intentar decir una palabra de lo sucedido ayer, pero no hay forma, un bullicio de palabras salen de sus bocas a tonos diferentes, pero sin dejar de cesar. Intentas hablar, bueno,  mejor dicho, intentas gritar para que a pesar de todo ese ruido y risas ellos escuchen tu opinión sobre la tarde de ayer. Imposible, si tú gritas, gritan ellos, y acabais empujándoos unos a otros para ver quién habla antes.
Fin de la discursión, toca ir a clase, pero seguramente, no podrás concentrarte, porque toda esa felicidad acumulada, que hace tiempo que no sentías, invade tu cuerpo de la cabeza a los pies.
Nada de matemáticas, ni de lengua, ni de biología, ahora tu mente se sumerge en un océano de pensamientos y recuerdos que te provocan una pícara sonrisa.
Pero para que pase esto, primero tienes que encontrar tu lugar, tu sitio.
Hay muchos tipos de personas, y aunque hoy en día cada día las personas se parecen más, cada uno es especial y diferente, sólo que a su manera.
Así que ahora te toca conocerte un poco. Es lo primero. Conócete y encontrarás tu lugar en el mundo. No importa que te equivoques, todo el mundo comete fallos, pero al final de todo, encontrarás a las personas que harán tu vida cada día más y más especial, y que te inciten a hacer cosas que nunca harías, pero que te arrepentirías de no hacerlas.


              No desperdicies tu tiempo, encuentra a las personas que harán ese tiempo especial.


viernes, 16 de marzo de 2012

Familia.

Bueno, sí, podrías decir que te sacan de tus casillas, que te fastidian los planes, que en ocasiones son como una pesadilla, sobre todo los hermanos, pero también debes decir que son los que te hacen seguir adelante, porque te apoyan a cada momento, y cuando te equivocas, te aconsejan, te consuelan y te proporcionan una confianza que nadie más en este mundo puede darte.
No les importa despertarse en medio de un sueño para ir a decirte "no pasa nada" cuando tienes pesadillas, ni tampoco les importa estar toda la noche despiertos cuando tienes fiebre y te encuentras mal, ni les importa dejar de divertirse por quedarse ayudándote con tus tareas y estudios, no les importa nada de lo que sufran ellos mientras que tú seas feliz, pero por desgracia eso no lo valoramos.
Llegamos a casa sin dar las gracias a nuestros padres por aguantar nuestros tontos bajones que ,por supuesto, pagamos con ellos; sin dar las gracias por las cosas interesantes que nos enseñan y nos muestran; por los consejos que más tarde o más temprano te servirán para vivir esta vida; por las veces en las que mientras que creías que no le importabas a nadie, ellos te han demostrado mil veces lo mucho que le importas a ellos...  y así miles y miles de razones por las que deberiamos parar el mundo, dar las gracias y compensar el trabajo de nuestros padres con algo bonito.
Padres. Padres no son los que te traen al mundo, si no los que hacen un mundo de ti.
Padres son aquellos que te enseñan a vivir esta injusta vida de una manera en la que te puedas ahorrar cuantos más problemas mejor. Son aquellos por los que merece la pena seguir adelante por muy mal que nos sintamos, porque al final del camino, tendremos el premio de ese cariñoso beso de nuestra madre, ese adorable abrazo de nuestro padre y esa graciosa sonrisilla de tu hermano, que aunque intente demostrarte pelea tras pelea que no le importas, no podría vivir sin ti.
Así que no debes enfadarte porque tus padres te castiguen, te prohiban cosas o te digan lo que debes hacer, debes recordar que lo hacen por tu bien, para que el día de mañana digas "cuánta razón tenían".
Ahora que tienes la oportunidad demuestrale cuanto los quieres, pero no comprandole bolsos, móviles, relojes .... no se lo desmuestres con regalos materiales, si no con besos, abrazos y cosas que hagan que a tus padres se les caiga una lágrima de emoción de sus ojos, y que sonrían y sonrían sabiendo que ellos te importan tanto como tú a ellos.


                                 
                       Padres no son los que te traen al mundo, si no los que hacen un mundo de tí.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Recuerdos.

Miles y miles de recuerdos reinan en tí, pero por algún motivo quieres eliminar los malos y quedarte sólo con aquellos que te hacen perder la noción del tiempo al recordarlos, aquellos que te sacan una sonrisa aún reinando en tí la soledad, y que hacen que mientras que estás tirada en la cama mirando el techo de tu cuarto recordando malas experiencias, interrumpan en tu mente borrando todo aquello que te hacía perder el tiempo preocupándote y haciendo que al recordar las locuras vividas hace tiempo, te salga una carcajada seguida de una lágrima de emoción y melancolía.
Recuerdos bonitos, recuerdos especiales, recuerdos divertidos ... hay tantos, pero uno en especial hace que se te apague la sonrisa y entres en un mundo donde tu mente te proporciona unos segundos de calma y tranquilidad recordando aquellas caricias que él te dió hace tiempo. ¿Qué nos ha pasado? piensas, pero mientras piensas, los recuerdos de como te besaba, como te abrazaba, como te hacía reír ... todos esos momentos se van acumulando en tu cabeza, haciendo que la ira se apodere de ti hasta cierto punto que aprietes la almohada contra tu cara gritando como nunca has gritado, pataleando el colchón como una niña pequeña y caprichosa, y mientras tanto, las lágrimas resbalan por tu mojada cara una tras otra sin dejar de derramarse. Pasa el tiempo, y te vas calmando hasta que tus piernas cesan de patalear, tus dedos dejan de apretar fuertemente la almohada, y tus ojos se abren lentamente a pesar de las lágrimas de cristal que te han nublado la vista durante más de dos horas.
Nada, el recuerdo permanece en tu cabeza, vaya mierda .... Intentas concentrarte en otras cosas, pero es imposible, nada puede hacer que esos momentos de felicidad absoluta reinen en tu cabeza por unos instantes.
Por suerte hay algo que interrumpe en tu cabeza, sí, no hay duda, las locuras compartidas con tus amigos empiezan a entrar en tu cabeza, interponiendose poco a poco entre el "maldito recuerdo", las lágrimas y tú.
Se te viene a la cabeza el momento en el que tu mejor amigo empujó a uno de tus amigos y éste se cayó, corriendo seguidamente tras el culpable de su caída para darle su merecido. Pero finalmente tus dos amigos quedan abrazados enrredados entre sonrisas y carcajadas. Te acuerdas de ese momento, sí, no hay duda de como tu preciosa sonrisa reluce entre la almohada encharcada de lágrimas.
Sigue así, vamos vamos recuerda. Sí, eso es, otra locura de ellos. Recuerdas cuando saliste con tus amigas a la calle y por algún motivo os pusisteis a cantar esa extraordinaria canción del año 1 antes de cristo. Jajajaja como bailabais, nadie os podía quitar esas ganas de pasarlo bien.
Hay tantos recuerdos que sería imposible verlos todos proyectados en tu mente en una sola tarde. Te haría falta toda una vida, pero ¿para qué desperdiciar toda una vida recordando cuando puedes crear más recuerdos? Vivir experiencias, sin recordar, sin mirar atrás, para cuando llegue el momento de que no puedas crear más recuerdos, los recuerdes todos y los compartas con la gente que te escucha y que te importa.
Fin del llanto, ahora eres una persona optimista, o por lo menos de momento, así que ¿a qué esperas?, ahora es hora de divertirse y disfrutar de las locuras que te quedan por vivir con tus amigos.


                     
                       No todas las locuras y buenos recuerdos se comparten con una sola persona


sábado, 10 de marzo de 2012

Ilusiones.

Hay muchos tipos de ilusiones. La que te haces cuando crees que la persona a la que amas siente lo mismo que tú, la que te haces cuando crees que tu amistad con tu mejor amiga será indestructible y para siempre, la que te haces con la nota del examen que hiciste hace una semana ... mil ilusiones, algunas se cumplen, otras se rompen quedando en el olvido tras las lágrimas que se derraman por el desengaño que te llevas.
Las que se cumplen, te suelen hacer feliz, porque al fin y al cabo, era lo que deseabas, pero también te hacen encapricharte y que cuando llegue el día de que una de tus ilusiones se rompan, te sientas mal, vacía ... puesto que te encaprichaste con tu primera ilusión cumplida, pero por desgracia no todo lo que deseamos puede hacerse realidad.
Las que se rompen, te hacen más y más fuerte, y a la vez, te enseñan que en esta vida hay que ser realista para llegar lejos, que soñar es gratis, pero también duro, puesto que la mayoría de las cosas que deseas e imaginas nunca se harán realidad.
Muchísimos tipos de ilusiones, pero sin duda, la más bonita, la que se tiene cuando niña.
La ilusión de levantarte a las ocho de la mañana, el seis de enero, con el balanceo de las manos de tus padres. Despertarte y, mientras abres los ojos lentamente, ves a tus padres sonriéndote como nunca. No sabes que pasa, ¿por qué sonríen?, hasta que te das cuenta de que es el día de reyes, el día en el que tres buenos hombres te traen regalos si has sido buena, y carbón si te has portado mal. ¡Qué hombres tan listos!. Saben como se portan todos los niños del mundo. Se acabó el pensar, toca levantarse de un salto, correr a través del camino de caramelos que te conduce hasta el salón y ver allí todos esos magníficos regalos tan bien puestos en el sofá. Se te iluminan los ojos y una sonrisa radiante aparece en tu bonita cara. No hay nada que pensar, ni nada que hacer, ni nada de que preocuparse, sólo están los regalos y tú. Mientras que rompes el papel de cada regalo miras a tus padres con una preciosa y amplia sonrisa, mientras que ellos te enfocan con su cámara de video, para que estos momentos no se olviden nunca. Regalo tras regalo, sonrisa tras sonrisa, asombro tras asombro ... todo es tan perfecto. Cuando terminas nada ha acabado para ti, ahora toca estrenar los regalos, y si se pudiera, los estrenarías todos juntos.
Coges tu bici, te montas encima y colocas tus botas nuevas sobre los pedales. Un empujoncito de tu padre hace que cojas carrerilla y que puedas arrancar y salir con la bici. Pedaleo tras pedaleo, no puedes parar, corres y corres despreocupandote de lo lejos que estás de tus padres. Pasas tiempo con tu bicicleta, pero tus padres te dicen que debes recoger los demás regalos en casa de la abuela y el abuelo. ¡Qué ilusión, más regalos!. Sueltas la bici de golpe y te preparas para ir a por los regalos que faltan. Te montas en el coche y miras por la ventanilla pensando en todos los juguetes que te esperan. Entonces miras al retrovisor y la mirada de tu madre se clava en tus ojos ... mil cosas pasan por tu cabeza en ese instante, hasta que el deseo de jugar vuelve a tu cabeza. Llegas a casa de tu abuela y entras sin saludarles, sólo quieres ver tus regalos, pero entonces, tu abuela te dice "¿no me das un besito?". Te vuelves, la miras, corres hasta sus brazos y mientras tu abuela te abraza le das un beso en el cachete. Saludas a tu abuelo también. Entonces un grito de tu madre diciéndote que abras los regalos te sobresalta. Corres hasta el sofá y ves papeles de colores por todas partes. Regalos grandes, regalos pequeños ... que casualidad, te llaman la atención los regalos más grandes, pero ves tu nombre en una de las cajas envueltas y corres a desgarrar el papel que oculta tu nuevo juguete. No puede ser, no crees lo que ves ... ¡es un nenuco! justo lo que habías pedido. Eres increiblemente feliz y tras desliar el resto del envoltorio para poder sacar al muñeco, te sientas en el sofá, rodeada de tu familia, que te mira atentamente y con una sonrisa dibujada en sus caras. Pasas la tarde besando al muñeco, cambiándole el pañal, dándole el biberón ... pero llega un momento en el que el sueño puede contigo y empiezas a patosear, dejándo de lado a tu nenuco y a todo, te sientas en el regazo de tu madre y te quedas dormida poco a poco. Los ojos te pesan y tu cuello se dobla hacia un lado lentamente. Ya no puedes más y acabas rindiéndote ante el cansancio. A la mañana siguiente, despiertas en tu cama, ajena al mundo, e intentando recordar lo que hiciste ayer. ¡Ah, ya te acuerdas! qué bien lo pasaste ... así que te levantas con el deseo de jugar con todos los regalos que recibiste ayer y de no acabar de divertirse nunca.
Así son las ilusiones, algunas bonitas, otras duras y otras caprichosas, pero todas son ilusiones y llega el día en el que te das cuenta de que no son más que eso, deseos cumplidos, rotos o simplemente deseos.


                                                    Soñar es gratis, pero también es duro





jueves, 8 de marzo de 2012

Adolescencia.

La adolescencia. La época en la que pasarás algunos de los momentos más increíbles de tu vida y los momentos más difíciles de toda tu existencia. Doce, trece, catorce años ... qué más da la edad, en mi opinión uno es adolescente cuando su estado de ánimo se define cómo "la montaña rusa de las emociones" ya que un día estás inmensamente feliz, pero al otro te sientes la persona más desgraciada del mundo. A veces hasta falta tiempo para que tus emociones cambien por completo, falta tiempo para que pases de estar echa una mierda a sentirte especial, o viceversa.
La adolescencia es tan increíble que con dos palabras las personas que te importan te pueden cambiar el ánimo completamente. Te quiero. Te odio. Dos palabras que te provocan un cúmulo de sensaciones de una forma inmediata.
Hay días en los que llegas a tu casa con una amplia y especial sonrisa. Te paras, saludas a tus padres y a tu hermano (cosa muy rara en ti), sueltas la maleta y te pones a comer mientras recuerdas lo que has hecho hoy en el instituto y, mientras, esperas ansiosa encontrarte con tus amigos para salir y divertirte. Terminas, te conectas y miras si "él" está conectado. Mierda, ni rastro de él, y encima hoy no ha ido a clase. Bueno, hoy estás tan feliz que apenas te importa. Pasa el tiempo y el deseo de salir a la calle y reír arde en tu cabeza. Toca vestirse. Por supuesto guapísima por si te lo encuentras en la calle que se fije en tí, pero te paras un momento a pensar, y mientras que tu sonrisa se apaga lentamente te das cuenta de que eso no ocurrirá, puesto que él nunca se fija en tí. No quieres pensar más y , para ello, pones tú canción preferida mientras que bailas y te vistes al mismo tiempo. En ese momento todos tus pensamientos desaparecen y sólo quedas tú y tus pies bailando al son de la música. Por fin estás lista, ufff ... ha costado. Sales a la calle con un seguro caminar y una sonrisa picarona que te sale sin saber el motivo. Aunque no lo sepas, el estar orgullosa de sí mismo es el motivo. Te encuentras con tus amigos y piensas "ahora toca divertirse un rato". Pasas horas y horas en la calle e incluso te duele la barriga de reír y los cachetes de no dejas de sonreír. "Flash" foto tras foto haciendo tonterías, pero no son fotos cualquiera, si no fotos que quedarán para la posteridad. Después de una feliz y fantástica tarde llegas a tu casa. Por supuesto sonriendo y recordando todo lo que has pasado esta tarde. Estás cansada, así que cenas y te acuestas cerrando tus ojos hasta que la luz de la mañana los vuelva a abrir de nuevo. Que día tan maravilloso.
Pero por desgracia no todos los días son así de increíbles, si no que son todo lo contrario.
Llegas a tu casa pensando en la mala nota que has sacado en matemáticas, pero no es eso lo que más te preocupa, si no el hecho de que él no te quiera, y no sólo eso, si no que ya ni siquiera te mire. Te habías echo ilusiones, pero, al final todas se han roto al ver como "tu chico" se liaba con la rubia de turno. Tus ojos se llenan de lágrimas recordando aquella escena. Decides aguantar el llanto y olvidar eso de tu cabeza por respeto a ti misma. Imposible. Tu cerebro reacciona como una especie de video rebobinando ese jodido momento una y otra vez. Mierda. Por fin llegas a tu casa, pero ahora toca contarle a tus padres ese 3'5 en matemáticas y lo peor de todo, escuchar la bronca. Palabra tras palabra, grito tras grito ... que pesadilla, justo en este día. Mientras que te regañan sigues pensando en él y en lo que viste esta mañana. Por fin se terminó el almuerzo y con él se terminó la bronca.
Te vas hacia tu cuarto y cierras la puerta de un portazo. Un portazo ensordecedor. Te sientas en el suelo contra la puerta para que nadie pueda entrar y verte llorar. Llorar como no has llorado nunca.
Vasta, vasta, vasta ... no hay nada que hacer, las lágrimas resbalan por tu cara una tras otra. Tienes los ojos rojos e hinchados de llorar. Puto día de mierda. Y llega la maldita pregunta que todo el mundo se hace alguna vez cuando se es adolescente, "¿por qué a mí?". Tienes tantas respuestas, pero todas te desaniman aún más. Bueno, intentas olvidarte y te conectas al tuenti. Algo te anima, y no es él, es tu mejor amiga que está conectada y dispuesta a ayudarte. Le cuentas lo que te ha pasado y te anima un poco, o por lo menos lo itenta. Te duele la cabeza, así que pones un estado triste y sin más te desconectas desvaneciendose así todas las conversaciones. Sales de tu cuarto, disimuladamente para que no te oigan y te den el coñazo, llegas al baño y te encierras. Te miras al espejo, puff, horrorosa después de tanto llorar. Vaya mierda. Te enjuagas la cara con agua fría, a ver si con suerte te despeja la mente un poco. Nada. Es tarde, te has pasado toda la tarde llorando, así que lo mejor será cenar y acostarse.
Cuando terminas de cenar corres rápidamente hacia tu cuarto, te tumbas en la cama, apagas la luz, y mientras tu mirada perdida se centra en el vacío techo, en tu mente va desaparecieno la maldita escena que te ha tenido llorando toda la tarde. Al final, el cansancio te vence y te duermes con el deseo de que mañana te vaya mejor el día.
Así es la adolescencia, días bonitos y días penosos, pero en cada una de las experiencias que se viven durante esta etapa, como desengaños, infidelidades, amistad, risas, amor, novios ... de toda de cada una de ellas se aprende una lección que no se nos olvidará jamás. Así que sea bueno o sea malo tu día no te preocupes y aprende de tus errores y de todo lo que vivas, para que el día de mañana estés precavida.


                                                             
                                                  Adolescencia, la montaña rusa de las emociones



                    





Problemas.

¿De matemáticas? Bahh ... esos problemas no son nada comparados con los de la realidad.
Tantos problemas, tantas preocupaciones ... ¿por qué? ¿por qué cuando crees que lo tienes todo y eres inmensamente feliz aparecen?.
Cuando la vida es un sueño para ti llegan todos de golpe, todos juntos, como para impedir que traspases el límite de tu felicidad.
Llega el momento en el que recuerdas momentos inolvidables pero que no quieres recordar, el momento en el que las personas que más te importan te fallan y te desprecian, o simplemente, el momento en el que no sólo te desprecian las personas que te importan , si no que te desprecias hasta tú misma.
Vienen todos agarrados de la mano para hacerte pasarlo mal, pero, también, para hacerte más y más fuerte a cada momento, a cada lágrima y a cada decepción.
Algunos desaparecen de golpe, otros tardan más pero tienen solución, pero otros no hay nada que hacer con ellos, excepto afrontar la realidad y superarlos.
Ser fuerte, mirar hacia adelante y, pese a lo malo, decir "puedo hacerlo". Buscar apoyo en tus amigos, o en tu familia .... cualquiera que te haga reunir suficientes fuerzas para levantarte, sonreír, y caminar olvidando todo lo ocurrido.
Pero en general, cuando creemos que somos los únicos en el mundo a los que nos pasa esto o aquello, no es así. Hay gente igual o incluso con peores problemas que los tuyo, y no sólo con peores problemas, si no con nadie a su lado que le diga "tú vales, puedes olvidar esto" o frases que te motiven a seguir adelante y no rendirse nunca.
Al fin y al cabo, todos son problemas, y pese a la dificultad de superarlos, hay que afrontar lo que te está pasando, ser fuerte y superar todo lo que te propongas para ser más fuerte a cada momento e ir creciendo poco a poco con cada experiencia.


                                                    Recuerda siempre, que no estás solo.



sábado, 3 de marzo de 2012

Carpe diem.

Vivre le moment, live the moment, vive el momento, vivere il momento ... ¿de verdad crees que importa el idioma?, por supuesto que no, lo que importa es llevarlo a cabo.
En ocasiones piensas "ojalá llegue tal día" o "mañana me gustaría hacer esto", pero no es lo que debes hacer. Es absurdo desear, o planear, o como quieras llamarlo. Deja de pensar por un momento. Ahora estás aquí, en este momento, con este día y esta hora y tienes que disfrutar. Vivir a tope lo que hagas, porque puede que sea la última vez, o simplemente, que no lo disfrutes lo suficiente porque no dejas de pensar en lo que harás mañana o en lo que te gustaría hacer cuando tengas 20 años más.
Por supuesto no debes mirar hacia atrás, y si lo haces, que sea por el simple motivo de recordar los buenos momentos compartidos con las personas que te importan, o si no, para aprender de los errores que un día cometiste por ser tan inocente. No debes llorar, ni preocuparte, porque mientras que lo haces, los momentos que el día de mañana podrías recordar se esfuman de la mano del tiempo.
Cuando pienses que tu vida es aburrida, cámbiala. Cámbiala sólo por el simple hecho de que el día de mañana tengas tantos buenos recuerdos y momentos vividos que ni siquiera el alzheimer pueda hacer que los olvides.
Disfruta y haz lo que te propongas, cumple tus sueños, para que el día de mañana la frase "yo podría haber sido" no sea tu compañera. Cámbiala mejor por "yo he sido lo que me he propuesto". Así, con orgullo de haber disfrutado al máximo cada día como si fuera el último.
Y cuando encuentres una persona que te quiera y con la que puedas compartir tus buenos recuerdos y los momentos que te quedan por vivir, atrápala y no la sueltes nunca. Trátala con cariño y amor, para que la felicidad en cada momento aumente por segundo.
Así que recuerda, vivir el momento y no preocuparse de lo que ha pasado o de lo que pasará.

                                                                        Carpe diem.



viernes, 2 de marzo de 2012

Desaparecida.

Hay días en los que la vida te cambia por un momento. El momento en el que estás alterada por algún motivo desconocido y de repente te paras a observarte. A  mirar atrás, desde el principio, reflexionar sobre todo lo vivido.
Te miras en el espejo de arriba a abajo sin quitarte ojo y piensas "cuánto he crecido". Es extraño porque al mirarte fijamente a los ojos ves que están llorosos y no sabes el por qué, ya que tú eres feliz. Desgraciadamente, los ojos reflejan el daño que ha sufrido una persona. Te miras y te tiemblan las manos ... te acercas lentamente al espejo sin apartar la vista de tus ojos lagrimosos. Para. Quieta.
Llega un momento en el que te da miedo seguir recordando las malas experiencias, los malos momentos, la tristes palabras que un día la gente que te importaba te dijeron sin ninguna preocupación y que te causaron más daño del debido. Retrocedes. Vuelves a bajar y subir la vista admirándote como nunca lo habías hecho. No te conoces. Te sientes desaparecida. "¿De verdad esa soy yo?" , piensas ... todo es tan extraño. De pronto miles de sensaciones se te acumulan y te invaden. Te entran ganas de llorar. ¿Para qué aguantarse las ganas?. Lloras, pero no por una sola causa, si no por un millón de causas diferentes. Emoción, tristeza, orgullo ... tantas cosas a la vez que ya no sabes ni lo que sientes.
La gente dice "sigue a tu corazón y a veces hazle caso a tu mente", pero en ese momento no sabes ni lo que dicen ninguno de los dos. Un silencio interior reina en ti y eso te encanta, estás tan a gusto así ...
Pero decides que es hora de seguir con la vida, con los segundos contando como siempre. Te miras una última vez contenta contigo misma y tras una amplia y especial sonrisa, abandonas el espejo recordando todas las sensaciones que te han invadido tras esa experiencia.


                                          No te averguenzes de quién eres, siéntete especial.


 

Reflejos odiosos.

En la vida, llega un momento en el que todo te va tan mal, que todo te parece absurdo y no encuentras el motivo para seguir adelante.
Días en los que la soledad es tu mejor amiga, el baño del instituto y tu habitación se convierten en tus lugares preferidos y las palabras no dicen nada que no puedan decir las 309272829301830 lágrimas que no cesan de derramarse.
Lo peor es que no sepas el motivo por el que lloras, o simplemente, que lo sepas y no lo quieras reconocer. Suele ser por alguien, no una persona cualquiera, si no una persona especial que te saca tus mejores sonrisas, te hace sentir especial con sólo una mirada y hace que te dé igual cambiar todo lo que tienes por su felicidad. Una persona tan maravillosa ... sólo al principio, sólo cuando tú lo aceptas pese a sus defectos, mientras que él no te acepta ni aunque fueras perfecta.
Lo ves mirando a otras chicas y piensas "¿qué tienen ellas que no tenga yo?", pero te das cuenta de que esa pregunta es absurda, puesto que ya sabes lo que ellas tienen.
Llegas a tu casa con la cabeza hacia abajo, la mirada perdida, triste y con los ojos llorosos y la mente no sé dónde. Sueltas la mochila de golpe, y te encierras en el baño.
No puedes más y el llanto se desata. Se desata mientras te sientas lentamente en el suelo frío, contra la puerta, mirando a la nada y pensando en tu todo. Él.
Después de cinco minutos te vas "calmando", te levantas, y viene la peor parte. La maldita parte en la que te miras en el espejo pensando "me odio", las dos peores frases que se puede decir uno a sí mismo. Me odio, me odio, me odio ... no escuchas otra cosa en tu cabeza. Pero por desgracia o por suerte el tiempo no se para y tienes que salir de ahí cuánto antes mejor, y no me refiero a salir del baño, si no a salir de la estúpidez de verse complejos te mires por donde te mires.
Crees que no vas a poder salir de esto y día tras día te encierras con el deseo de que toda esta mierda se acabe de una vez, pero cuesta y es difícil.
Hasta que llega un día en el que decides quererte un poco más. Ese día ocurre cuando ya te has olvidado de esa persona especial. Corres hacia el baño, te encierras y te miras al espejo. "Uffff otra vez no" piensas, pero por algún extraño motivo una sonrisa especialmente bonita resalta en tu cara. Y por fin te sientes a gusto contigo misma, y lo más importante, ya nadie puede hacer que cambies ni que te deprimas más.
Así que aunque estés pasando por un mal momento por alguien, hay que darle tiempo al tiempo, ser fuerte y mirar siempre hacia adelante, para llegar así a una felicidad imposible de arrebatar.



                                           Pese a todo lo malo, recuerda siempre sonreír.

 

jueves, 1 de marzo de 2012

Niñez.

Recuerdo cuando era niña, o también podría decir "recuerdo la época más feliz de mi vida".
Esos momentos en los que sólo te preocupabas por tener que ir al colegio, por no tener la nueva Barbie o por que Doraemon todavía no había empezado... momentos en los que sólo eran esas tus preocupaciones.
Si tenías algún problema era fácil olvidarse del mundo y si dicutías con tu mejor amiga al día siguiente olvidabas el motivo de la pelea y volvíais a ser amigas corriendo de la mano por todo el patio del recreo. Simplente íncreible. No te hacía falta nada más que una tarde entera en casa de alguna amiga jugando a las muñecas, creando una vida imaginaria en la que siempre había un final feliz. Hoy lo recuerdo y pienso "¡qué inocentes eramos!", pero al reflexionar unos segundos te das cuenta de que no sólo eramos inocentes, si no que también eramos felices y sonreír se había convertido en una rutina.
Se podría decir que de pequeño las preocupaciones son mínimas, pero cuando creces ... todo se convierte en bajones de ánimos y subidas de adrenalina causadas por algo o frecuentemente alguien.
Cuando te haces mayor te das cuenta de que los motivos por los que te peleas con tus amigos no son tan tontos, o sí.
Y llega el maldito día en el que una se enamora. Y si no tienes suerte te enamoras de la persona equivocada, aunque para ti es la más especial del mundo y que con sólo su sonrisa o su mirada te hace feliz, o en algunos momentos, te recuerda lo sola que estás.
Pasan los días y lo quieres más y más hasta que llega el día en el que por fin te das cuenta de que él no es para tí y lo dejas pasar.
Y si tienes un poco de suerte puedes enamorarte de una persona que también te quiera, pero que por algún extraño motivo al cabo del tiempo te falla. Te falla como nadie lo ha hecho, y lloras como nunca habías llorado, hasta que después de mucho tiempo lo olvidas y lo dejas pasar buscando a otra persona con la que compartir momentos felices. Pero hay veces que no puedes olvidar a esa persona y eso lo hace más complicado todo, más de lo que ya es, y hace que encerrada en tu habitación intentando pensar la respuesta a esa maldita pregunta que nunca te sabes contestar "¿por qué a mí?" , recuerdes los momentos de tu infancia en los que tus días se definían como FELICIDAD ABSOLUTA.