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domingo, 29 de abril de 2012

Olvido.

Lo que fueron, lo que vivieron, lo que compartieron juntos... Ella no olvida nada. Nunca se había enamorado. Había tenido otros novios, otras personas con la que compartió momentos, pero no es lo mismo...
Él le hizo sentir como nadie. La verdad es que le echa de menos. Echa de menos sus caricias; sus susurros al oído; la melodía de su voz; sus dulces labios; sus besos recorriendo todo su cuello; sus gestos... aquellos que aún, después de casi dos años, no ha conseguido olvidar.
Se pasa los días pensando en él; los días y las noches. Daría lo que fuera por saber lo que él siente por ella. Tiene la esperanza de que a él le pase lo mismo y vuelvan a ser como antes, pero al mismo tiempo, tiene miedo de que ella ya no signifique nada.
Es difícil afrontar la realidad. Sabe que lo ha perdido, quizás para siempre, quizás por un tiempo, pero el caso es que él ya no está a su lado.
Había convertido a esa persona en lo mejor de ella, y una vez que él se fue, no le quedó nada, excepto recuerdos, que por desgracia cada vez que pasa el tiempo, se vuelven más y más borrosos.
Se acuesta, se arropa con su manta y abraza a su oso de peluche imaginando que es él quien está a su lado. Es estúpido, pero le hace sentir mejor. No se puede comparar con su cuerpo, ni con su aroma, ni si quiera con su tacto.
Sabe con total seguridad que él es el amor de su vida, pero intenta dejarlo a un lado porque eso no mejora la situación.
A veces, cuando se siente muy mal, coge un papel en blanco y un boli. Se sienta en la silla de su escritorio y escribe todo lo que siente, todo lo que le encantaría decirle...
-Ojalá algún día él lo lea- dice ella con deseo.
Cada noche, repasa algunos de los momentos que vivieron juntos. Se acuerda de todo lo que hablaron, todo lo que hicieron, todo lo que pasó y lo que le hubiera gustado que pasara.
Nada le parece perfecto si él no está a su lado, nada excepto él.
Todos los días se mira al espejo, se para en sus ojos y se pregunta "¿qué nos pasó?".
No lo sabe, ya que en un momento en el que habían alcanzado la total perfección todo su mundo se vino abajo. Quizá el problema es que la perfección solo la veía ella.
Se siente desmotivada, y por supuesto, ya no es la que era antes. Ya no escucha música con ritmo, excepto en días especiales; no sale tanto a la calle, y si sale, es por la esperanza de encontrarse con él...
Él la ha cambiado por completo, y no es para menos, ya que ha sido el único que ha conseguido despertar en ella unas ansias no sólo de querer tener a esa persona a su lado, si no por encima de eso, unas ansias de que cueste lo que cueste, él sea completamente feliz. Lo ha amado con locura, y hasta ahora lo sigue amando.
Termina de imaginar su estampa preferida, esa en la que los dos están abrazados y muy felices. La imagen se va desvaneciendo en su cabeza, parece que el sueño se va apoderando de ella.
Al final, acaba durmiendose mientras que dos palabras no se esfuman de su mente. Te amo.





miércoles, 18 de abril de 2012

Perdido.

No se va a la cama porque tiene sueño, si no porque es en el único sitio dónde la oscuridad de la noche le deja imaginar una vida con ella.
Todo el mundo dice que son las chicas las que sufren, él no lo niega, pero en su caso es él quién lo está pasando mal.
No la quiere para él, prefiere que sea feliz, aunque sea con todos esos rubios musculosos que aparcan con su deportivo delante de la puerta de su casa. Pero está seguro de que si la tuviera entre sus brazos podría ofrecerle más y tratarla como hasta ahora nadie lo ha echo.
A veces la ve perdida, intenta ayudarla, pero el miedo al rechazo le paraliza el cuerpo, y provoca la ira en su interior. Está harto de eso, harto de no ser valiente...
Se levanta cada día, y con los ojos legañosos se mira al espejo pese al cansancio. No se ve guapo, pero intenta serlo por ella. No entiende porque hace tantas cosas estúpidas para complacerle, ya que ella no hace nada por él, y a veces desearía decirle en su cara "que te jodan", dejarle claro que en algunos momentos la odia... pero la quiere demasiado como para decirle eso, y no quiere arriesgarse a perderla.
- ¿A perder qué?- se pregunta muchas veces.
Y es cierto. Tiene la sensación de que es suya, cuando en realidad ni siquiera se dirijen la palabra.
Intenta olvidarse de ella, pero es imposible. Desea que pase el tiempo para ver si así lo consigue, pero al no estar a su lado los minutos se hacen eternos.
Su sonrisa hace que sus ojos se peguen a ella, pero los aparta rápidamente ante el miedo de que alguien vea que está coladito por ella. En su caso, su corazón no la tiene a ella, ella tiene su corazón.
Camina por los pasillos, vagabundeando, o más bien, intentando fijarse en alguien que le trate como se merece. Pasa así todos los días, pero aún no ha encontrado a nadie. Sabe que ella no merece la pena, pero aún así, la ama y no puede evitar estar enamorado de la persona que no le corresponde. Eso le pone enfermo, el hecho de saber que ella no es para él.
Tiene la esperanza de que todo cambie algún día, pero mientras tanto, la mirará a escondidas admirando como ríe a carcajadas rodeada de tíos musculosos.









jueves, 12 de abril de 2012

Infelicidad.

La vida no le sonríe, pero no es eso lo que le preocupa.
Pasa los días encerrada en su habitación, con la música alta y con los ojos lagrimosos, mirando por la ventana desde el suelo frío en el que está sentada.
No pide ser perfecta, sólo quiere que él se fije en ella, pero es inútil, él no lo hará.
Perfecciona su rostro día tras día para llamar su atención, en vano.
Intenta eso que todos dicen que funciona, ¿cómo era? ah ya, ignorarle, pero no hay forma. Se pasa los minutos de su vida admirando esos ojos pardos que tanto le hacen sentir, admirando a la persona que le saca miles de sonrisas día tras día...
Se sienta en su pupitre, y deja pasar el tiempo, mientras en su interior, espera escuchar una palabra de esa boca que tanto desea besar.
Le mira de reojo, no quiere parecer pesada, pero de pronto vuelve la vista hacia la pizarra antes de que él la vea mirándole. Uff, por poco. Comprueba que él ya no la mira, y retorna a su rutina de mirarle de reojo.
Le encantaría decirle lo que siente, pero sabe que se decepcionará al escucharle y verle reír tras expresarle cuánto le quiere, aunque eso es imposible, ya que le quiere tanto que no puede expresarlo con palabras.
Ella no ve más allá de su sonrisa y su pelo dorado. Por el contrario, él no ve más allá de sus curvas y su definido cuerpo. Son polos opuesto, pero quizá por eso le atraiga tanto.
Le gusta gastar bromas entre ellos, pero le da miedo que algún día todo eso se acabe y todos los momentos vividos queden en el olvido, o más bien, en su olvido, ya que ella nunca olvidará todo lo que vivió con la persona que despertó en ella un ansia constante de querer tenerle a su lado.
A veces, cuando está demasiado agobiada por los pensamientos que perturban su mente cada día, sale a correr. Corre sin parar, con una ruidosa respiración, y perdiendo, a cada paso, el poco aliento que le queda después de correr todo lo que su cuerpo aguanta. Después se sienta en su piedra favorita, la que la acompaña la mayoría de las tardes. Antes tenía amigas, ahora es íntima de la soledad, pero se siente bien así. Y mientras recupera el aliento, admira el atardecer que le incita a imaginar como sería compartir ese cielo anaranjado a su lado, al lado de la persona que la ha enamorado por completo.








martes, 10 de abril de 2012

Enamorarse.

Es obvio que está enamorada, se nota cuando lo mira.
Cada vez que él sonríe ella se sonroja, aparta la mirada y su cuerpo se eriza tras ver que él la está mirando. Por un momento piensa "¿y si le gusto?" pero es mejor no hacerse ilusiones, para no acabar defraudándose como siempre.
Se conocen desde hace tiempo, pero en este caso, no ha sido el roce el culpable del cariño, ya que nunca han coincidido juntos.
Tienen química, se nota, y aunque ninguno de ellos dos lo sepan, están echos el uno para el otro.
No le preocupa el tiempo que pasa, si no el tiempo que hace que no lo ve, quizás cinco minutos, o tal vez quince, pero en el recreo nunca se encuentran, puesto que cada uno se dedica a hacer lo que más le gusta, ella hablar, y él jugar al fútbol.
Por fin la campana. Es la primera vez que se alegra de escuchar ese molesto sonido, pero que hoy, le da una señal que ella interpreta como "voy a volver a verle".
Ella es la primera en llegar a clase, normal, puesto que es la más responsable. Se sienta, mira a su alrededor pero no busca al profesor, si no al culpable de su distracción en todas las clases.
Derrepente el corazón le da un vuelco al escuchar su risa, su sonora carcajada.
Mira hacia adelante, y allí está él, con esa imperfecta sonrisa pero que para ella es especial, muy especial. Desvía la mirada, pero es inútil, se vuelve a encontrar con la de él, de la que no se separa a pesar de el barullo de la clase.
Ambos sonrien. Ya casi se ha convertido en una rutina para ellos eso de sonreir, lo hacen a todas horas del día y no con cualquier sonrisa, si no con la más especial.
A ella le encanta hacerle sentir, y se enorgullece cada vez que él deja ver su blanca dentadura.
No son las matemáticas lo que le preocupa, si no el hecho de que ella no signifique nada para él.
Desea besarle más que nada en este mundo, pero es demasiado precipitado, puesto que ni siquiera se atreven a hablarse.
Ninguno de los dos son perfectos, pero a simple vista, se aceptan mutuamente pese a sus defectos, y cuando están juntos, los complejos desaparecen de una forma inmediata.
Día tras día. Él aún la mira como la primera vez que sentía mariposas en el estómago mientras la veía reír a carcajadas con alguna de esas tonterías que él siempre dice de una forma natural y espontánea cuado ella está delante. Le encanta hacer reír a la gente, pero a ella más que a nadie. Se siente bien cuando está con ella, y aunque sabe que es guapa no se fija en sus curvas, si no en sus ojos tristes y verdosos que destacan entre todas las miradas. ¿Cómo ha sido dotada de tal perfección? Y además, no sólo es bonita físicamente, si no que es linda hasta por dentro.
No se equivocaba, allí está ella, prestando su cuaderno para que los compañeros puedan tomar apuntes; derrochando simpatía con cada palabra que sale de su deseada boca...
¿Y si le pide salir? No, seguramente ella le diría que no.
Entonces su sonrisa se desvanece y sus ojos se llenan de esas lágrimas que en público nunca derrama.
Pero aún le queda un poco de esperanza, y mientras no llegue el día en el que la valentía le empuje a dar el paso, estará haciendola sonreír a cada momento para poder convencerse de que lo que siente es real, de que realmente, ella es el amor de su vida. Y aunque él no lo sepa, está compartiendo pensamientos con ella, que no deja de imaginar, mientras el corazón le late a mil por hora, como sería una vida junto a él, hasta llegar a la conclusión de que realmente, acaba de enamorarse.