..... Y me dijo una frase que si la olvidase, no me consideraría humana: "Estoy harto de que intentes que esto sea perfecto" . "¡Te odio!", gritaba sin parar de alejarse, "te odio"...
Y lo cierto era que tenía toda la razón del mundo. No podía pretender que aquello fuese un cuento de hadas; sin problemas ni complicaciones; sin lágrimas; sin sacrificar algo para conseguir sacar aquella maldita relación adelante. Era obvio que estaba tan obsesionada con aquello que a veces me pasaba de la raya, y con ello conseguía sacar de quicio a todo aquel que estuviese a mi lado.
Recapacité mientras que sus gritos se acumulaban en mi cabeza, y mi alma se desvaneció dejándome a solas mientras lloraba en aquel oscuro rincón. A solas acatando con las consecuencias de intentar ser perfecta. Pero eso sí, perfecta para él.
Sabía que aquellas palabras me marcarían para siempre, y no me equivoqué.
Días después de aquel arrebato emocional fue cuando me dí cuenta. No era la relación que todo el mundo quería tener con alguien, pero aquellos momentos tan 'imperfectos' eran los que me mantenían viva cada mañana. Aquellos momentos eran los que me hacían realmente feliz.