Martes 13. Cualquiera que creyera en la superstición se hubiera refugiado en casa bajo la manta y el calor de la chimenea. Pero ella estaba allí, deambulando de un lado a otro, sin destino fijo, pero sin motivo para parar. Llevaba los tacones en una mano, y con la otra se tiraba del vestido cada vez que éste se le subía un poco. Estaba cansada, pero esta vez no sólo físicamente. Se paró en una esquina, se dejó caer contra la pared y lloró en silencio ... Las ojeras que lucía bajo tanto maquillaje le delataban, y no era la primera vez. Sacó el paquete de tabaco del bolso, y ya sólo le quedaban tres cigarros ...
Cogió uno, lo encendió y pegó una abundante calada. Ffff, soltó el humo lentamente...
El rímel resbalaba por su frío rostro mientras su mirada continuaba perdida. No sabía qué pasó anoche, pero lo que si sabía era que todo se acabó. Volvió a llorar con más ansiedad, pegó otra calada a su pitillo y agachó la cabeza. Él ya no estaba en casa, cogió sus maletas y se marchó de golpe, dejando tan sólo unas palabras que iban a ser recordadas para siempre: Una vez más, vuelves a cagarla. Aún recuerda su último portazo...
Un coche con la música alta pasó por la esquina entonces, y un chaval se asomó por la ventanilla.
-Hola bonita, ¿te apetece dar un paseo?- Piloto y acompañante ríen, y sin más, se marchan a toda velocidad.
Menudos imbéciles, pensó. Pero no era eso lo que más le preocupaba.
Había pasado tan sólo un día y ya le echaba de menos. Echaba de menos su sonrisa, su pelo alborotado y sus estúpidos enfados. También extrañaba el olor de su colonia, sentir su tacto y sus hoyuelos. Era el hombre de su vida.
Un estribillo se le vino a la cabeza. No conseguía recordar a qué canción pertenecía, pero le hacía sentir mejor. Reflexionó, y como una luz, el título apareció en su mente. "What a wonderful world". Sí, no hay duda, era esa canción que ambos bailaban en sus espontáneas veladas. Tarareó la canción en voz baja y con voz entrecortada. Hacía frío, y el llanto no ayudaba...
I see trees of green,red roses too,
I see bloom for me and you,
and I think to myself...
Pi, pi ... pi, pi, el sonido de su móvil le devolvió a la realidad. En la pantalla apareció el símbolo de un mensaje. Pulsó el botón de abrir, e inmediatamente se le llenaron los ojos de lágrimas al ver que el mensaje era de él. Nada existía entonces, nada excepto el "te echo de menos" que resplandecía en la pantalla del móvil. Cerró los ojos, suspiró, sonrió y apretó el móvil contra su pecho. Sólo una cosa aparecía en su mente ahora ...
...What a wonderful world