Cualquier crítica es siempre bienvenida

martes, 24 de julio de 2012

¿Eres feliz?

Mientras desayuna solo en la cocina, la brisa mañanera agita las hojas de las plantas que habitan cerca de la ventana. No se da cuenta de lo que ocurre a su alrededor. No se da cuenta de que el informativo de las 7:00  lleva ya varios minutos empezado; ni tampoco de que la tostadora sigue enchufada; ni siquiera se da cuenta de que la luz roja de su teléfono fijo parpadea constantemente. Vive sumergido en pensamientos que de vez en cuando lo secuestran de la realidad, haciendo así que pierda la noción del tiempo. Por desgracia ha vuelto a pasar, y ya llega tarde al trabajo. Coge las llaves del coche de encima de la mesita del hall y sale a toda prisa hacia su oficina. Mientras conduce, vuelve a pensar en lo que le pasa. Sabe que no está enamorado, lo sabe con total seguridad. Se siente vacío, incompleto, y lo peor es que no sabe la causa de su estado. Necesita conocer a alguien, alguien que consiga enamorarle, tal y como hizo ella. Pero eso va a ser realmente difícil, ya que se opone totalmente a sufrir y pasarlo tan mal como la última vez. Sabe que necesita recuperar esa ilusión que un día perdió al ver como la relación que daba sentido a su vida se iba a pique cada vez más, y con más rápidez...
A pesar de sentirse de esa forma, no llora, ni siquiera tiene ganas. A veces se pregunta "¿Será porqué ya he llorado todo lo que podía?", pero nadie responde a su pregunta.
En realidad nadie sabe cómo se sintió cuando lo dejó con ella, ni cómo se siente ahora, pero aún así todos hacen como si lo supieran todo de él, de sus sentimientos, como si alguna vez en su vida se hubiesen sentido como él. Odia que los demás se comporten como verdaderos imbéciles, ya que sabe con toda certeza que ninguno de sus amigos ha llegado a pasarlo tan mal con una chica como lo hizo él, jamás. Y a veces los envidia, envidia que al ir paseando por la calle miles y miles de parejas demuestren al mundo lo felices que son. A cada sitio que va los recuerdos le invaden. Antes le dolían, ahora sonríe al acordarse de que un día, fue tremendamente feliz con una mujer, la mujer que dejó su huella, para no borrarla jamás. 
Aparca su coche al lado de un Fiat de color rojo. Mientras que el motor se desvanece él sigue pensando. Ya no le duele recordar, ni siquiera pensar en qué fue lo que pasó. Se siente feliz, y no tiene ninguna prisa por recuperar esa ilusión, así que hasta el momento, esperará a la persona que sepa aceptarle tal y como es, pese a sus defectos, y que le demuestre día a día que cada vez que le susurra un "te quiero" al oído, es porque verdaderamente lo siente.


Si te duele ahora, mañana está curado.





domingo, 1 de julio de 2012

Vidas opuestas (superficialidad).

- Se mira al espejo después de haberse levantado lo más temprano posible. Se siente horrible. De nuevo debe pedirle un favor a su mejor amigo, el maquillaje.
Se sienta en el taburete frente al tocador y se observa detenidamente. Coloca un poco de sombra en sus ojos, repasa el contorno con lápiz negro, se pinta los labios y para no ser menos, se difumina un poco de colorete sobre los pómulos. Ahora sí se siente perfecta, ahora sí se siente mujer.
Pero aún no ha acabado. Todavía queda la guerra del pelo y la vestimenta, y vuelve la rutinaria pregunta de "¿qué me pongo?".
Revuelve su inmenso armario abriéndose paso entre toda esas prendas de colores. Ahí está, ese vestido que tanto le gusta. Con cuidado de no quitarse el maquillaje se va poniendo el ajustado vestido lentamente. Le queda que ni pintado, y además, el color violeta le favorece muchísimo.
Coge los tacones a juego con su pequeño bolso negro y se dispone a hacer maravillas con aquel cuidado pelo. Lo desenrreda una y otra vez, lo alisa, lo moldea, lo inunda de laca y lo recoge de una forma un tanto elegante. Para terminar, se baña en perfume y coloca unos largos pendientes en sus orejas. Ahora ya está preparada para lo que se le presente, así que sin más, coge las llaves de su caro descapotable y se marcha al trabajo, ese trabajo que tanto odia pero que tan gran sueldo le proporciona.


 
El dinero no dá la felicidad, lo único que hace es aparentar que eres feliz.



 
- Se levanta de su cama y se dispone a poner en su sitio todas aquellas mantas que ha revuelto mientras dormía esas largas horas. Ahora ya se siente más relajada. Recoge un poco el cuarto y se mira al espejo aún con los ojos pegados de sueño. Se siente guapa, estupenda, especial ... y no es para menos, ya que el hombre de su vida está al otro lado de la habitación observando cada uno de sus movimientos. No es especialmente guapa, en realidad nunca lo ha sido, pero él consigue hacerla mujer, hacerle sentir diferente ...
Se peina un poco el alborotado pelo y se lo moldea con los dedos rápidamente. No puede esperar a darle un cálido beso a su marido. Ambos bajan a la cocina y desayunan juntos mientras los primeros rayos de sol entran por el ventanal de la cocina. La casa no es muy grande, pero aún así son extremadamente felices. Terminan y después de recoger la mesa, ambos se dirigen a la habitación para arreglarse. Ella se pone los vaqueros que más cómodos le parecen y su camiseta preferida, la que él le regaló el día de su primer aniversario. Se vuelve a mirar al espejo, y  tras refrescarse la cara con agua fría y secársela con la toalla, le da un beso a su marido y se marcha al trabajo montada en el Seat 600 que le regaló su padre cuando se casó. Es antigüo, pero no le importa mientras funcione. Aún no han pasado cinco minutos y ya echa de menos a su marido.


 
La perfección no puede hacerte feliz, pero la persona a quién aceptes pese a sus defectos sí que puede.